Este sí era de los que salían locos de contento. Y todo bien con la versatilidad de sus soneos, con su tumbaíto de espalda arqueada y con su guille de tumbaguapos. Pero, ay bendito, si pasaban los minutos y nada que llegaba a tiempo para dejar apreciar su voz sonora. Así era el flaco: cantaba hasta debajo del agua sin pausa pero, sobre todo, sin prisa. ¡Con ustedes, Héctor Lavoe! 🤴🏻⏰🎙️